miércoles, 19 de junio de 2013

De las puertas del desierto a la salita del infierno




No sé muy bien por qué empecé a hacer aquello; me refiero al hecho de salir por la noche, solo. No es como en otras grandes ciudades del mundo en las que si se hace, aquí es al contrario: si estás solo eres un loco y eso no se puede permitir, hay que esconderlo, ir acompañado hasta para cagar. Sólo quería no ser partícipe de nada. Estar sin estar. Evidentemente es algo que no logré hacer (en toda situación siempre se proyecta una sombra,) pero me entretenía. Así que allí me encontraba otra vez;  en la cocina, preparando un combinado de litro y medio de una bebida dulzona mezclada con zumo de naranja exprimido. Vacié una botella de agua y vertí el preparado en su interior. Le di unos tragos comprobando el punto. Lie un cigarrillo para el camino. Saludé a mi perra poniendo mi mano entre sus orejas  y salí por la puerta. Me subí al coche, encendí la radio, bajé las ventanillas y arranqué.
Mientras iba por la autovía me fijé en esas luces que proyectan las farolas en los arcenes. Tenían y siguen teniendo ese  tono anaranjado que me perturba. Eran las mismas que iluminaban mi calle. Cuando era de noche una de sus luces se metía por mi ventana iluminando la habitación. Tenía la persiana estropeada desde hacía un par de años pero nunca pensé en arreglarla, lo único que hacía era mirar la farola, bajar la vista y mirar el rifle de perdigones apoyado en la pared, mirar la farola, mirar el rifle, mirar la farola, mirar el rifle y pensaba: un día de estos, bombillita, un día de estos.
 El caso es que iba dándome el viento en la cara, con las ventanillas bajadas, fumando, bebiendo. Una noche fresca y agradable. Después de un rato buscando un sitio para aparcar, estacioné el coche y caminé hacia el Barrio del Carmen. Aún no lo habían transformado del todo en un barrio para guirufos infestado de chiquitas jóvenes apretadas y armadas con cientos de tarjetitas y recomendaciones para ir al restaurante que representaban. Todavía no habían llegado los bomberos con sus mangueras para sacar a las gentes de las calles. La policía local todavía era un poco provinciana, ya me entienden. La plaza del Vito no era un parking. Los locales de copas eran locales de copas y no pseudodiscotecas  o cafés pretenciosos donde te cobran trece pavos un cubata. Se podía estar en la calle hasta altas horas rodeado de todo tipo de gente: punkis, hippies, mascachapas, vagabundos,  cerebros gripados, gente de la nada, maníacos, pijos, estrafalarios, drogotas, camellos, putas y un sinfín de gente de la mejor ralea. No había necesidad de demostrar a nadie foráneo que Valencia era una ciudad digna. La desvergüenza siempre fue mucho más sincera que las buenas formas. Las marujas no llamaban a la policía para hacer callar a toda esa gente sino que se tomaban la ley por su cuenta y arrojaban cubos de agua desde sus pisos con la infructuosa intención de hacer desaparecer a la muchedumbre. Todo estaba donde tenía que estar. Todo estaba vivo y tenía raza. No era como ahora, calles sin identidad como una especie de centro comercial al aire libre. Pero todo eso aún no había sucedido.
Fui hacia la plaza del Carmen y todavía estaba vacía. Fui a la Plaza del Tosal y me senté en uno de los bancos. No había terrazas ocupando toda la jodida plaza, así que sentarse allí siempre me gustó porque  podías vigilar a todo el mundo.
 Estaba sentado al lado de un grupo de vagabundos. Algunos estaban en el suelo. Bebían vino barato y gritaban y reían y gesticulaban de forma grotesca. Enfrente del banco corrido estaban en los bancos cortos unos africanos con sus bicicletas hechas polvo, sus bolsas y sus gorros. Y el espacio entre ellos y nosotros era un  continuo pasacalle de gente.
Saqué el tabaco y me lie un cigarro. Bebí un buen trago y observé. No pasó mucho tiempo hasta que alguien se sentó a mi lado. Por la pinta parecía marroquí. Llevaba una especie de chilaba, tenía barba y unos ojos pequeños y negros. Me pidió un cigarro. Se lo lio y no volvimos a hablar hasta un buen rato después cuando yo ya había vaciado la mitad de la botella y estaba intentando cantar una canción.
-“Ya no cantes cigarra….ya para tu sonsonete…..que llevo una pena en el alma…como un puñal se me mete…”
-Oye chico no lo estás haciendo bien
-¿Qué?
- Que muy bien el intento, pero te vas de ritmo.
Me reí.
-Camarón es mu bueno y mu difícil de cantarlo. El ritmo no es así. Es así. Tan tan tan, taca tan tan tan- dijo mientras daba palmas y me enseñaba como hacerlo.
-Te gusta  Monje Cruz, ¿eh?
-Claro, uno de los mejores cantaores. Pero también me gusta mucho los Pink Floys, los Zeppelin, etc…- dijo orgulloso.
-Vaya, vaya. Y ¿qué más?
-Me gusta la astrología. ¿Qué signo del zodiaco eres?
-Libra- dije mientras se echaba las manos a la cara y resoplaba.
-¿Qué pasa?- le pregunté
-Nada, nada. Es un buen signo…
-Pero……
-Que lo tienes difícil.
-Oh…
-Sí, es un signo increíble. Sois gente legal, de buen humor, pero tenéis una peculiaridad que puede crearos problemas.
-¿Qué eres, una especie de brujito?- dije entrecerrando los ojos.
-Sois el signo de la justicia. Del equilibrio.
Volví a reír.
-Pero se os va la olla, amigo. Y cuando se os va, os separáis de todos aquellos que tenéis alrededor, y eso es un problema. La balanza es vuestro talón de Aquiles. El equilibrio; toda la vida lo buscáis como si fuera la respuesta, aunque no sepáis cual es la verdadera pregunta…
-Vaya, y tú vas a ser quien me la va a decir, ¿no?- dije. Él rio.
-No, no, que va. Cada uno tiene lo suyo. Yo sé lo que busco aunque sepa que ya lo he perdido.
-Sorpréndeme.
-Una mujer. Tuve una hija con ella y me dejó. Llevo tres años sin verlas. No quiere que las vea.
-Eso sí que es un problema.
-Sí que lo es. Pero lo acepto. Yo no he sido un buen marido nunca. Bebía mucho y se hartó de mí.
-¿Ya no bebes?- dije. Él cambió su semblante triste y rio con una especie de mueca insatisfecha.
-Sí, claro.…pero …No se trata de elegir…la cosa no va por ahí. Yo llevo veinte años en la calle- dijo. Le ofrecí un trago.
-¿Aquí en Valencia?
-Sí, aquí en Valencia. Me conozco todas las calles. He vivido en todos los parques, conozco la ciudad como la palma de mi mano.
A continuación paso a nombrarme todo tipo de plazas, calles y estatuas de toda la ciudad; y de todas me contaba la historia de en memoria de qué o quién se había creado. Le creí. Yo no tenía ni idea de ninguna calle.
-Joder, veinte años son muchos años- dije y esa vez le di yo un trago al mejunje.
-Vine de Marruecos, de Ouarzate: la ciudad de la Puerta del Desierto.
-Cojonudo, de las puertas del desierto a la salita del infierno- dije y se rio un poco.
Empezó a contarme como era vivir en aquella ciudad cuando se aproximaron un par de mujeres de mediana edad pasaditas de rosca. Se pararon frente a nosotros no sé muy bien por qué; supongo que nos vieron en la cara la clase de gilipollas que éramos.
-Hola holaaaaaa chicos!!!!- dijo la pechugona
-Hola cara de bola- dije yo.
-ji ji que gracioso- dijo la flaca
-Hey- dijo Marruecos.
-¿Sois papá e hijo?- dijo pechugona
Nos miramos y al instante Marruecos me cogió la botella y echó un trago, luego pasó a mirar hacia otro lado y se quedó callado hasta que se fueron.
-¿Sois borderline?- pregunté yo.
-¿Qué es eso de brodel….brodedine, guapito?-dijo la flaca apoyándose en Pechugona.
-Oye, oye, guapito….¿te gustan las extensiones que llevo?-dijo Pechugona tocándose el pseudocabello con el dorso de la mano.
-¿Sabes que tengo una malformación en los genitales?
-jijji, ¡no me digas!
-Como te lo digo. Tengo extensiones de los huevos y me los estás pisando, así que ¿por qué no os vais tú y tu amiga y nos dejáis tranquilamente charlando?
-Uy! Ji ji ji que gilipollas el chiquillo jijiji, vamos Vanessa, déjalos que se amarguen ellos solitos.
-Muchas gracias……. un placer…….. encantado de conversar con vosotras.
-Que te den listillo- dijo Flaca agarrando a Pechugona. Se fueron contoneando mientras se susurraban cosas al oído y se reían sin parar.
Marruecos y yo nos miramos de nuevo pero no dijimos nada de lo ocurrido. Supongo que cuando una pareja de gilipollas se topa con sus semejantes no hay mucho que hablar sobre el asunto.
-Por cierto, ¿cómo te llamas?
-Ashraf, y ¿tú?
-Mike.
-Encantado, Mike.
-Encantado, hombre.
Bebimos hasta acabarnos la botella del mejunje y caminamos hacia otro lado. Él cojeaba. Llegamos a la Plaza del Carmen y nos sentamos en un banco vacío. En un par de ocasiones se acercaron dos tipos pidiéndole chocolate a Ashraf. Ashraf les dijo que no tenía, que sólo tenía churros pa mojar.
-Oye Mike…….esto……- empezó a decir sacudiendo la botella vacía.
-Espera, vamos aquí al lado.
Fuimos al bar que antes se encontraba detrás de la esquina, el que estaba regentado por un tipo bajito y moreno con largas melenas canosas. Compré dos litros de cerveza para Ashraf.
-Vaya mierda, está caliente-dije
-Calla, hombre. Está perfecta- dijo pasándome el litro
-No me gusta. No puedo con ella- Ashraf mostró sus ojos desorbitados
-¿Cómo puede ser eso?  ¡La cerveza le gusta a todo el mundo!
-Entonces igual es que no pertenezco al mundo.
-Estás loco- dijo pegándole un buen trago- Es la mejor bebida del planeta.
Yo no dije nada. Estaba harto de dar explicaciones sobre mí “no me gusta la cerveza”. Nos quedamos callados un buen rato. Ashraf comenzó el segundo litro. La noche había estado avanzando sin que nos diéramos cuenta, todo lo contrario a cómo avanza un día de trabajo.
Ashraf inició un soliloquio. “Toda la vida tenemos el cielo encima de nuestras cabezas y no le prestamos atención. Los techos son un estorbo, sólo complican la cosa. …¿Te has dado cuenta de la gente? Van a su aire. Llenan sus vidas con cualquier cosa, no importa la clase de basura que metan en ellas. Todo el cielo lleno de nubes de tormenta que no nos dejan ver las estrellas en lo alto. Los techos son un estorbo. No sirven para nada. Cualquiera podría hacer cualquier cosa, incluso librarse de la muerte. Yo ya lo he hecho: hace una semana me atropellaron al lado de las Torres de Serrano. Por eso la cojera. El hijo puta me atropelló y me dejó tirado en medio de la carretera. No pude levantarme. Unos compañeros me sacaron de allí en medio y me llevaron al rio. Creo que tengo la herida infectada, que tengo el alma infectada, por eso bebo. Pero aun así las nubes no hay quien las haga desaparecer, no hay manera. No hay forma de ver el camino de vuelta a casa. No me puedo guiar por las estrellas. La verdad es que esta vida no me gusta. Estoy cansado de aguantar. Preferiría haber muerto cuando el hijo puta me atropelló. Pero bueno ya se me llevará lo que sea que se me lleve. Creo que lo único importante es estar atento……Te doy las gracias por la cerveza aunque siga sin comprender que no te guste. Cada uno a lo suyo ¿no?.....Creo que me voy a ir Mike. Voy a dormir a un parque que está un poco lejos de aquí y entre la cojera y la bebida voy a tardar en llegar, así que……
-Ha sido un placer Mike. Me alegro de haberte conocido- dijo levantándose con esfuerzo del banco
-Igualmente, hombre. Ha sido una buena noche.
-Que no te cojan vivo.
-Je je. Claro, no te preocupes. Cuídate esa pierna.
-Sí, la muy puta tarda en recuperarse, pero lo hará.
Me estrechó la mano con fuerza y luego inclinándose me señaló el cielo. Apuntó a las estrellas y luego a las nubes.
-Un jodido estorbo, Mike.
-Que vaya bien, Ashraf.
Nos despedimos y se marchó. Caminaba renqueante. Llevaba el resto del segundo litro en una mano y con la otra se recogía un poco la chilaba para no tropezar. Estaba empezando a amanecer y el cielo se estaba despejando del todo, así que el estorbo había desaparecido y por fin podía volver a casa.
Busqué el coche, lo encontré, bajé las ventanillas, encendí un cigarro, arranqué y aceleré hasta mi casa. No sé por qué, pero el mundo parecía ir al revés.

lunes, 10 de junio de 2013

Los dioses y los patos y los viejos



Samuel y Marti eran viejos amigos. A pesar de que sus vidas poco tenían en común y alguna vez pasaron más tiempo del que quisieron sin verse, siempre fue una relación de afecto y respeto. Todo en la vida fue pasando de una forma u otra y ellos ahí seguían, encontrándose ahora ya en el último suspiro de sus vidas, viéndose por las tardes en un parque cercano a sus hogares.
En contra de las estadísticas que afirman que son los hombres quienes mueren antes que las mujeres, sus esposas habían fallecido hacía ya algún tiempo, cosa que para ellos fue un alivio. Los demás viejitos, pobres, debían haber sido envenenados por sus mujeres o simplemente es que no aguantaban más y se habían auto inmolado.  A parte de eso, de que los dos tenían unos ochenta y dos años, de que estaban jubilados, de que llevaban los mismos pantalones de tela, las mismas zapatillas azul marino con agujeros para traspirar, el mismo bastón con empuñadura de pato, el mismo jersey de lana, de que fumaban los mismo puros baratos del estanco, de que odiaban a los viejos que jugaban al dominó y que se habían quedado con una triste pensión para sobrevivir; aparte de eso, no tenían nada en común. Ya saben, si lo que quieren es ir y matar a un viejito en cuestión, sólo tienen que ir a la tienda más cercana de Todo  para Viejitos (porque tiene que haberla, sino no hay explicación) y disparar sin mirar contra cualquiera de ellos. Seguro que salen de allí pensando que acertaron.
Marti llevaba un rato observando los patos del estanque. Era bonito verlos volar y aterrizar en el agua con esa facilidad. Sus movimientos eran elegantes y gráciles. Le gustaban los patos. Sólo había conocido dos. Donald y Lucas, pero no eran un buen ejemplo de patos. No tenían nada que ver con los que ahora veía frente suyo. Además, el tal Donald pertenecía a una familia adinerada, parecía hablar suajili con una pelota de golf en la boca y llevaba una camiseta y un gorro muy de marinerito. El otro iba vestido nada más que por lo que parecía un collar blanco, no tenía pertenencias y siempre fracasaba; quizás por eso el creador lo había pintado negro. Si, el creador, a sus ojos era un sucio y racista dibujante. Lucas no se merecía todo aquello. Estaba pensando en eso, en la diferencia y la perspectiva desde un punto de vista metafísico, cuando….
-Hola Marti
-Hola Samuel, hola.
-Ay ay ay. Mare mía como tengo de escocias las pelotas
-Hace calor, ¿eh?  Este va a ser un verano de calor, Samuel.
-Pues sí señor……¿qué hacen los patos, Marti?
-Patear  
-Ya veo….¿Sabes que Manuel, el panadero, ha muerto?
 -Y ¿de qué ha muerto?
-Una venita en el cerebro. Se le rompió. Como una ramita.
-No estamos hechos para durar, Samuel.
-Pues sí, pero mira, nosotros aún estamos aquí.
-Eso es lo que no me explico.
-Bueno, Marti. Unos se van y otros se quedan.
-Claro……pronto nos iremos tú y yo. No nos queda mucho.
-Pues yo no me pienso ir todavía, ¿sabes? Me quedaré unos cuantos años más……..Mira, mira…..¿has visto lo que hace ese pato, Marti?
-Sí, hace: cuac, cuac,…..cuac, cuac…….cuac, cuac………
Los viejos amigos se quedaron observando los patos.
Quedaría muy bien si dijese que los dos estaban elucubrando sobre la muerte y la percepción de lo que ofrece el sentirla cerca; de cómo al tenerla respirando en sus nucas  podían tener el acierto de pensar que habían arruinado sus vidas, que ahora por lo menos eran conscientes de ello y que quizás sólo por eso había valido la pena. Poder perdonarse valía la pena. Cuando durante toda la vida algo te aprieta el cuello, el simple hecho de liberarse de aquello que te estrangula y poder coger aire de nuevo,  por nimio que sea, te puede dar algo de tranquilidad y aunque sean dos minutos de tranquilidad, son dos minutos demasiado valiosos. Pero lo cierto es que no. Samuel se preguntaba por qué aquellos pájaros payasotes podían flotar de aquella manera y Marti por qué tenían el pico de esa forma. ¿Es que se los habían aplastado? ¿Era para poder meterlo por la ranura de una puerta?¿tenían pilila? ¿La podían meter por la ranura de una puerta y hacer el cuac-cuac?
-¿Tienen pilila los patos, Samuel?
-Claro que tienen pito, Marti. ¿Cómo demonios iban a hacerle el bombo a las patas si no?
-¿Yo qué sé? No soy pajarero.
-¿Te has fijado que no hay ninguno negro?
-¿Verdad? Ese cabroncete del “Lucas” era un cerdo racista….
-¿Cómo?
-Nada…..¡Mira, mira!....¡Fíjate como persiguen a la pata!
-La pata, ¿eh? ¿Cuándo una pata se queda coja es una pata coja o una coja pata?
-Samuel, no lo sé. Ya te he dicho que no soy pajarero.
-Tampoco has sido nunca muy avispado.
-No digas eso, Samuel. Tuve problemas, eso es todo.
-Todos los tenemos, Marti. Todos.
-¿Sigues pensando en tu mujer?
-¿A qué mierda viene eso?
-Bueno, siempre estás serio, triste, amargado. Yo no soy muy listo en nada, pero sé cuando alguien no olvida ciertas cosas.
-Vaya con el pajarero. Diez minutos mirando los patos y se te ilumina la cabecha.
-Cabeza, Samuel. Cabeza.
-Eso he dicho. Cabeza.
-No. Has dicho cabecha, que lo he oído.
-¿Qué eres ahora, un rarito de esos que tienen estudios?
-Sabes que no sé leer, Samuel.
-Pues eso. Que estás sordo.
-Lo que tú digas. Yo a mi Marisa sí que la echo de menos. Era una buena mujer……

Al decir aquello, Marti se quedó mirando un pato. Aquella ave estaba metiendo la cabeza bajo el agua buscando algo. “¿Por qué lo buscaba abajo si podía volar y buscarlo en el cielo? ¿Se estaba escondiendo y creía que así no iban a ver el resto de su cuerpo? ¿Era pariente del avestruz?  Dios mío, ¿Era una avestruz el pato? ¿Eran todos los patos, avestruces? ¿Quién diablos estaba tramando toda esa….
-Te estoy escuchando, Marti
-Oh….
-Deja a los patos tranquilos y ese vino que te está friendo el cerebro.
-Sólo bebo un poquito por la noche, Samuel. Es bueno para el corazón, me lo dijo el doctor Pelleter.
-A ese cerdo deberían hacerle un monedero con su escroto.
-No digas esas cosas, Samuel. El doctor Pelleter se preocupa por mí.
-Ese payaso se quita los pacientes de encima como si fueran moscas. Ni te escucha ni nada. Ni siquiera te mira cuando le hablas. Si le veo por la calle le doy con el bastón y le parto las rodillas.
-Samuel, es un buen hombre. Déjalo. Él no tiene culpa. No tiene tiempo, eso es todo.
-Eso es precisamente lo que no tenemos nadie, tiempo.
-No seas así de dramático, Samuel, por dios. Mira los avestruces co….digo los patitos como vuelan, ¿eh?
-Esmeralda era una buena mujer también…..
-Sí que lo era, Samuel, sí que lo era.
-Se preocupaba por mí. Me preparaba el desayuno, me planchaba la ropa para ir al trabajo, me daba un besito antes de marcharme……es verdad que la pobre mujer al envejecer cada vez era más pesada, pero ¿quién no, verdad?....Nunca fue fácil entre los dos, pero siempre nos apoyamos. Me entristece pensar que ella nunca estuvo tranquila o satisfecha con nuestro matrimonio. La pobrecita siempre creyó que yo era alguien especial y la verdad es que no sé cómo pude engañarla durante tantos años y que no se diese cuenta de que era un tipo bastante desastroso. No sé de donde sacaba aquella positividad, esa fuerza. Yo, por el contrario, era más negativo, más……más gilipollas. Si llegamos hasta el final no fue por mí, desde luego.
-Ese pato lleva treinta minutos con la cabeza bajo el agua, ¿Estará muerto?
-A veces pienso que debería  haberme casado con una mujer igual de gilipollas que yo…..Joder sí que era pesada, si…….todo el día dale que te pego…. dándole a la lengua….Era muy detallista, pequeños detallitos….igual fue eso, que diera por hecho ese gran amor aun sabiendo que ninguno de los dos estuvo realmente seguro de nada. De eso sí que se daba cuenta, bueno la verdad es que se daba cuenta de todo. Tenía olfato para eso, era muy lista….Según ella, yo siempre fui muy raro, pero te digo yo que ella no lo era menos para mí. Yo era un limón y ella una piña. Yo un zorro y ella un unicornio.
-Mira, parece que hay más patitos imitándolo. ¿Un suicidio colectivo?
-Creo que deberíamos habernos separado. Ella hubiese sido feliz. Al menos uno de los dos se habría salvado.
-¿debería unirme a ellos?
-En fin, las cosas de la vida.
-Ahora vuelvo.
Marti se levantó impetuoso y fue directo hacia el estanque. Samuel dejó de pensar en Esmeralda. Ella estaba bien donde estaba. Él no parecía estar bien en ningún sitio, pero aun así ahí seguía. Estaba pensando en eso cuando enfocó la vista y vio lo que estaba haciendo Marti. Fue todo lo deprisa que pudo. Le cogió por los brazos y le sacó la cabeza del estanque. Marti reía como un loco. Tenía ojos de poseso, de chiflado.
-¿QUÉ COÑO ESTÁS HACIENDO, AMIGO?
-¡Estos patitos son la monda! ¡la monda!
-Venga Marti, venga. ¡Le gente está mirando!
-Me da igual que la gente mire, Samuel. ¡Aunque miren no ven nada!
-Claro, Marti. Claro.
-ESOS PATITOS SABEN LO QUE HACEN. ESOS PATITOS SON DIOSES.
-Dios mío, MARTI. Definitivamente has perdido la cabecha.
-La cabeza, Samuel. La cabeza.
-Eso he dicho ¿Estás sordo?
-Está bien…..si tú lo dices……
Los dioses y los patos y los viejos y todo el mundo entero tenía un por qué para esconder la cabeza. Mejor eso que enloquecer. Cada uno lo hacía a su modo…..Eso es todo…..

domingo, 26 de mayo de 2013

Doc.....Llevo tal cacao que ya nada me la empalma



“Como haber ido a una fiesta a la que no estabas invitado. La gente de alrededor sabe que hacer allí. Saben dónde están las bebidas y dónde está el baño. Conocen al dueño.  Conocen los entresijos del espacio.  Han ido preparados para la ocasión: con sus ostentosos trajes, sus sonrisas, su ánimo festivo. Ubicados tal y como debe ser. Una especie de muebles colocados en el lugar preciso. El cuadro es geométricamente perfecto. Las notas cuadran en el pentagrama. Puedes palpar la armonía entre todos los factores que lo componen; incluso la estupidez tiene su lugar. Sería genial que no te preguntases que demonios haces allí, pero lo haces. Miras alrededor y sabes que funciona. El engranaje de las piezas es factible. Lo único que me preocupa es que ya no hay más espacio para ningún mueble más. Fuera de lugar. Relegado a la terraza para no molestar y entorpecer a los asistentes. Me quedo mirando por la ventana. Está claro que hay una fiesta ………y no soy bienvenido”.
-Vaya, esto está muy bien.
-Bueno, usted me dijo que escribiese como me sentía y hacerlo así me ha resultado más fácil.
-No, no, no. Está muy bien. De verdad. Está muy claro.
-Me alegro que uno de los dos lo tenga claro, porque lo que es yo….
-A ver Moui, hay mucho trabajo que hacer y hay que empezar por el principio. Esto es un buen principio para desgranar todo lo que tienes en tu interior. Cuando alguien lleva durante mucho tiempo ……..es como ……como…….como si….
-Como si quieres acceder a la columna vertebral de un cuerpo sin abrir primero la carne,  apartar los músculos, los tejidos y sacar las vísceras, ¿no?
-Bueno, igual este es un ejemplo un poco crudo, pero nos vale. Lo que quiero decir es que hay que ir sacando las piezas una detrás de la otra. Como tú dices no podemos acceder al objetivo sin solucionar los pormenores inminentes.
-Ya, lo que no me queda claro es el objetivo. Quiero decir, yo le hablo de lo que me pasa y de cómo me siento y aunque eso me alivia un poco…..no sé, no tengo claro que es lo que tengo que esperar que ocurra.
-Que te sientas mejor contigo mismo. Que te conozcas. Que sepas cuales son las herramientas de que dispones.
-Una cosa.
-Dime, dime.
-Cuando un psicólogo está perdiendo el melón qué es lo que hace, ¿ir a otro psicólogo?
-Je je. Bueno, supongo que sí. Lo primero es aceptar que uno puede ser ayudado por otros.
-Usted ¿va al psicólogo?
-La verdad es que cuando lo he necesitado no he tenido ningún problema en ir.
-O sea que esto para usted es como hacerse mecánico y no poder reparar su propio coche.
-Pues visto así……si, ahora que lo dices sí.
-Vaya mierda, entonces, ¿no le parece?
-Somos personas y nos deprimimos como los demás, tenemos ansiedades, sufrimos etc….
-Me imagino; de hecho tengo algunos amigos que estudiaron psicología y están como cabras, así que supongo que hicieron esa carrera con el fin de arreglar el estropicio por sí mismos, pero veo que no es así. Vamos, por lo que dice usted.
-Cada uno es un mundo. Pero bueno creo que ahora lo que nos acontece es como te encuentras tú, ¿no te parece?
-Sí claro, pero creo que querer saber si está usted en sus cabales tampoco es tan raro, ¿no?
-Pues la verdad es que eres el primer paciente que me lo pregunta.
-Y qué me dice, ¿hay alguien al volante?
-Je je. Sí, no te preocupes.
-Bueno saberlo. Después de todo, le estoy dejando que meta sus manitas de loquero en mi frágil cabecita.
-Así es. Pero lo vamos a hacer entre los dos. Necesito que colabores y que no tengas reparo en tratar cualquier tema. Eso nos hará mucho más efectivos a la hora de dilucidar el problema y así llegar a ver que tienes a tu alcance para resolverlo.
-De acuerdo, empecemos pues.
-Bien, lo primero que quiero es que me digas que tal te encuentras hoy.
-Pues igual que la semana pasada sólo que con siete jodidos días más que me aplastan.
-¿Has vuelto a sentir rabia o tristeza?
-Creo que la pregunta sería cuándo no la he sentido, así acabaríamos antes.
-O sea la mayor parte del tiempo. Y ¿qué has hecho para controlarla?
-Ah….no sabía que debiera controlarla.
-Bueno, según me contaste, aquella situación en el cine te hizo perder los papeles, ¿no? Al hombre gordo y las palomitas me refiero.
-Sí, aquel subnormal, sí.
-Bueno, esas sensaciones agotan y dificultan tener algo de claridad, así que lo que quiero es que cuando empieces a sentirlas es que no hagas nada…
-Pues eso es lo que hago, ya se lo he dicho.
-Sí, sí, pero no. Lo que quiero es que observes esas sensaciones como si pasasen en una pantalla. Como una película. Con lo cual no harás nada para combatirlas, pero sí que harás algo; observarlas.
-¿Me lo dice en serio?
-Por supuesto, ¿qué ocurre?
-Hombre, pues que eso lo puedes leer en cualquier libro de autoayuda, y sí le soy sincero creo que lo único que consigue uno haciendo eso es enredarse todavía más.
- Oh……. mmmmm….déjame pensar.
-Piense, piense. Tómese su tiempo.
-Je je. A ver Mouim hay que hacerlo con delicadeza y poco a poco. Una vez nos pongamos todo fluirá tal y como debe ser.
-Eso espero.
-claro hombre….cuéntame otra situación que te haga sentir mal.
-Pues ahora mismo…….No sé.
-De acuerdo, dime, ¿alguna vez te has sentido pletórico?
-Sí, pero no lo recuerdo muy bien.
-Eras muy joven
-No, estaba muy drogado.
-¿te drogabas?
-Me confunde Doc.
-¿Cómo dices?
-A veces le tengo por una persona sensata y perspicaz que se entera de la copla, y otras me parece que pierde el hilo. Que se queda atrás. Si le explico que en el pasado hacia tal cosa creo que queda claro, no hace falta que me lo vuelva a preguntar.
-¿Eso te hace sentir rabia?
-Si le clavase un bolígrafo en la oreja, ¿sentiría dolor?
-Está bien, está bien. Creo que nos estamos desviando un poco del tema.
-Mire Doc, conmigo no se ande con tonterías. Haga preguntas más inteligentes para que me faciliten el camino hacia ese objetivo que usted me ha puesto en las narices como si de una zanahoria se tratase.
-¿te sientes vacío?
-Doc, Doc, Doc. Deje de tocarse la pilila y esfuércese un poco, ¡por dios!.....….
-¿te sientes vacío o no?
-¿tocas el ukelele?
-No me respondas con otra pregunta Moui…….vamos, ¿te sientes vacío?
-joder………¿qué quiere que le responda?
-Quiero que me respondas la pregunta.
-…….pienso que…..
-Adelante, adelante.
-está bien, está bien, no se me alborote......Pienso………….Pues pienso que a  lo largo de los años creo haber descubierto que no hay forma de llenar ese vacío, ¿entiende? He intentado llenarlo con toda clase de gilipolleces. Me he inventado mil cosas que hacer para llenarlo. Al principio pensaba que tenía alguna pérdida, porque a cuantas más cosas dedicaba mi tiempo, más vacío me sentía. Como ir a la fuente a llenar la garrafa de agua y al volver ver que está otra vez vacía. Es entonces cuando me di cuenta que era todo lo contrario. Estaba tan lleno….tan a rebosar, que no podía ver nada. El viejo truco dela mente, ya sabe. Ella no quiere que veas sus fallas y te incita a obviarlas con espejismos. Ella forma parte de ti y quieres ver qué narices pasa, pero es escurridiza y si no estás completamente atento te ves envuelto en cualquier cosa por evitarla. Da miedo asomarse y ella lo sabe. Es extraño. Tú y tu mente queréis ir por el mismo camino, pero ninguno de los dos habla sobre ello y desconfiáis el uno del otro. Como entrar en tu casa por primera vez y acercarte a la habitación principal. Entras y la ves. Está completamente vacía y…..
-¿Vives solo?
-¿¿QUÉ??....¿¿Ya estamos otra vez??....Por favor, escuche lo que digo y luego suelta las bobadas que quiera.
-No creo que sea ninguna bobada, Moui.
-Y yo creo que debería tener una charla con el psicólogo que le trata a usted, porque vamos…
-Bueno Moui, no te pongas así.
-Lo siento, Doc. Pero me pone un poco nervioso que me interrumpa. Lo comprende, ¿no?
-Sí…..perdona, Moui…..era  sólo que…… Continúa, continúa…..La habitación….entras y está vacía….
-Joder, Doc….joder……… gracias….entras en la habitación y está completamente vacía. La amueblas, pones unos cuadros, estanterías, libros, un despertador, una cómoda…..resulta acogedora. Con el tiempo acumulas recuerdos, más libros, más cuadros, un perchero, un baúl, más zapatos, otra estantería……y aquella habitación pulcra y vacía es imposible verla. Te acabas identificando con todo menos con la habitación en sí. La habitación está llena hasta los topes y deshacerse de aquello con lo que te identificas da un poco de respeto. Con lo cual cada vez está más llena. Cada vez hay menos oxígeno, ¿comprende? Creo que en la mente ocurre de forma similar. Y ella lo sabe. Quiere que te deshagas de todo para estar libre y poder respirar de nuevo, pero a la vez tiene miedo de perderse al deshacerse de todo con lo que se identifica. Cree que le hace ser quien es, y tú piensas lo mismo. Es entonces cuando enloqueces, porque no hay tiempo para sacar y meter al mismo tiempo. Ya me entiende. O follamos o no, pero las dos cosas a la vez…….te crispa, claro. Da error. Porque luego te ves con tu cosa en la mano, completamente desconcertado porque no sabes qué coño ha pasado. Le ibas a dar unos buenos meneos al mundo y de repente no hay forma. Llevas tal cacao que nada te la empalma
-jo, jo, jo. Vaya ejemplo Moui. Jo, jo , jo.
-Me alegro que le haga gracia, de verdad. Mejor eso que me pregunte si tengo problemas de erección.
-¿Los tienes?
-Esa mujer de la foto, ¿es su esposa?
-Sí, así es.
-Pues que sepa que voy a grabar esa imagen en mi retina y esta noche voy derramarme sobre ella.
-Jo, jo, jo. Como eres Moui……. De acuerdo, de acuerdo. Por hoy está bien. Vuelve a casa y esta semana intenta no pensar en quien eres ni en lo que crees que debe ser tu vida. No te metas presión. Ves descubriendo esa piel que te envuelve, como un niño que observa el papel que envuelve al regalo. Ya iremos descubriendo que es lo que esconde dentro, ¿estamos de acuerdo?
-Sí, Doc. Estamos de acuerdo.
-Nos vemos la semana que viene
-Claro, no vemos la semana que viene.
-Mmmmmm…..¿Moui?
-Dígame
-Los cincuenta euros
-Oh, claro, claro. Aquí tiene…
-Ten una buena semana.
-Usted también, Doc. Usted también